sábado, 12 de marzo de 2011

Secretos y mentiras... en la consulta





  En 1996 Mike Leigh estrenó una película magistral que, como con frecuencia ocurre, no pasó a la historia con los honores que merecía: Secretos y mentiras.
  En ella una joven de raza negra busca a su madre biológica tras fallecer sus padres adoptivos. La encuentra en una mujer blanca de extracción social inferior que reacciona con incrédula hilaridad. El encuentro produce una serie de caídas encadenadas de los mitos, los secretos y las mentiras que habían mantenido en falso a la familia biológica. Las relaciones del grupo familiar como cada uno de los miembros sufren una profunda transformación y todo acaba cristalizando en una armonía basada en la autenticidad.
  Hace unos años un autor norteamericano que ahora no recuerdo sostenía con ironía que la primera razón de un médico para mantenerse al día en la lectura científica es la de impresionar a sus colegas. Supongo que a muchos nos dice mucho esta aseveración pero me limitaré ahora a emplearla como una aproximación a los secretos y mentiras que pueden esconderse tras los aspectos narcisistas de un sector de la profesión médica, así como de su repercusión en la relación médico-paciente cotidiana.
  La relación terapéutica debe ser necesariamente asimétrica. Solo interesa la enfermedad de uno de los miembros y la capacidad del otro para ayudarle. El paciente espera que su médico lo sepa todo sobre su dolencia y que realice el máximo esfuerzo para mitigarla. Espera, con razón, ser el único objeto de interés en su relación pasiva con el médico. Se desnuda frente a él física o emocionalmente y le muestra confiado su vulnerabilidad. No espera que el médico establezca con él un a lucha de poder o muestre sus propios padecimientos o debilidades pues de otro modo vería rota la necesaria asimetría.
  Uno de mis pacientes más complejos fue un médico internista ex-jefe de servicio de un hospital general importante de Madrid. Su jubilación le había sumergido en la más negra de las cloacas depresivas. Después, una negligente aproximación por parte del Jefe de Servicio de Psiquiatría del centro hecha a base de prescripciones de pasillo acabó llevando al paciente a la UVI. Comencé a tratarlo tras el alta. Pude ver que el foco del problema se centraba en la gratificación narcisista que su actividad profesional le había proporcionado y que había compensado sus graves desaferencias afectivas previas. Sin saberlo, había explotado a sus pacientes obteniendo de ellos un beneficio que su jubilación había cercenado. Afirmaba: “Si vendiesen pacientes en las farmacias yo me compraría una docena cada día”. Sin duda, sus propios conflictos habían pervertido, sin que él fuera consciente, su relación con los pacientes pues, desde el mismísimo inicio de su actividad clínica, les había necesitado tanto o más que ellos a él.
  Todos hemos reconocido la necesidad de omnipotencia en algún compañero médico (secreta para él mismo) que le lleva a sentir y expresar su rechazo (mentira tras las forzadas buenas maneras) por el paciente cuyo diagnóstico se le escapa, cuya conducta no sabe interpretar o manejar, cuyo dolor dificulta una exploración necesaria o cuya respuesta al tratamiento no es la que espera. Hechos ajenos al enfermo que generan una reacción hostil en el médico. En estas situaciones el paciente no tiene más remedio que encajar el desaire del profesional aunque no sepa muy bien porqué ni cómo.
  ¿Puede conocer el paciente sus “obligaciones” cuando afronta su relación con este tipo de médicos?. Obviamente no. El gran problema es cómo conseguir que los médicos conozcamos nuestros conflictos y limitaciones y evitemos endosárselos a nuestros pacientes.
  Profundizar en el estudio de la relación médico-paciente durante los estudios de medicina, dar una formación más humanista e introducir al estudiante en el conocimiento de los aspectos inconscientes de la vocación, por ejemplo, podría evitar una gran parte de las negligencias y del maltrato que pueden sufrir luego los pacientes.
  Quizá para eso, las facultades de medicina deberían abandonar su tendencia a convertirse en escuelas de ingeniería humana, lo que se me antoja difícil, ¿acaso porque algunos profesores, movidos también por sus propios secretos y mentiras, abandonan la necesaria asimetría en su relación con el alumno ?.

12 comentarios:

  1. Es hora de una vuelta tuerca. Genial la idea de la figura del medico, la humanizacion de la deizada tecnociencia

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  2. Brillante texto, que además pone de relieve una relación bastante compleja, la del médico y el paciente, o la del profesor y el alumno.

    El aprendizaje de la medicina, ingeniería humana como tú la llamas, no debe abandonar "su parte técnica" pues es el eje capital. Estudiamos el funcionamiento, el trastorno y le ponemos solución. Ahora, tampoco debemos olvidar la interacción social DESDE ambos extremos, el del paciente, por supuesto, pero también las limitaciones, o mejor dicho, las consecuencias que la práctica médica acarrea en el profesional. Por ejemplo, el sostén de todo el "tinglao" emocional como el caso que citas del internista al que trataste. Dejar de pormenorizar la fisiopatología en favor de un análisis más profundo del componente social de la medicina, no creo que sea la solución.

    Por otra parte, si analizásemos, no solamente al médico y al paciente o al profesor y al alumno, sino la enorme variedad de interacciones sociales que los "sapiens" ponemos en marcha con nosotros mismos, nos daríamos cuenta que esa perversa, sutil (para ti) y enorme (para los pacientes) asimetría, en realidad no es tal, no es tan distinta de las demás, como revelan los roles que se establecen entre padre e hijo, entre parejas sentimentales, entre jefe y empleado. Esa adicción que mostraba el exjefe del servicio de medicina interna, no creo que diste mucho de la que pueda sentir un "encargado" de Carrefour que lleva desempeñando su labor "de mando" durante x años.

    Pero, la auténtica molla de todo este asunto (lamento extenderme tanto) es que un médico es la persona menos idónea para reconocer sus limitaciones. La que menos. Así lo pone de manifiesto desde temprana edad cuando tiene que enfrentarse a exámenes u oposiciones que la más pura lógica y la más aconsejable de las vidas sociales invitan a rechazar y sin embargo se afana en conseguir.

    Además, el médico quiere el conocimiento, algunos, muchos diría yo, solo el reconocimiento, y pocos mostrarán su humanidad o sus puntos débiles poniendo en riesgo su objetivo. El profesor, ávido en reconocer a los de su "misma especie" nunca dará toda la información, o más concretamente, ese dato que hará que el alumno se lo sepa todo, porque de hacerlo, de conseguirlo, la madera en la que apoya su espalda (su cátedra) peligra.

    Siento haberme extendido en exceso, pero es un entorno que me fascina.

    Un saludo.

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  3. Muchas gracias a los dos. El segundo comentario me hace pensar que no me he explicado bien. Lo que planteo es que los médicos conozcamos nuestros conflictos para que no contaminen la relación con el enfermo, que ya tiene bastante con su propio padecimiento. La asimetría en esa relación es imprescindible para que sea eficaz y ese empeño no busca ningunear al paciente, todo lo contrario, busca protegerlo de los problemas del médico y ayudarle con más eficiencia. Es cierto que un médico tiene grandes dificultades para conocer sus limitaciones y por eso debemos defendernos de nuestras necesidades de omnipotencia. No podemos llegar a todo. Finalmente, respecto a tu observación sobre el profesor y el alumno insisto en la necesidad de mantener la asimetría. El profesor lo sabe todo y el alumno ha de aprenderlo todo de él. Eso funciona bien. Pero cuando el profesor necesita humillar o menospreciar a su alumno explota esa asimetría en beneficio de sus propias necesidades de omnipotencia y entonces pervierte la relación. De nuevo necesita nutrirse de la debilidad del alumno en lugar de volcarse en su formación. Muchas gracias de nuevo por los comentarios.

    Sergio

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  4. Totalmente de acuerdo, en lo que dice, referente a que los médicos tienen grandes dificultades para conocer sus limitaciones, en especial los psiquiatras. Añado un el siguiente pensamiento, que no es mio, para que reflexionen sobre él.
    "Psiquiatría: El único negocio donde el cliente nunca tiene la razón." de S. Kent.

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  5. También como continuación del comentario anterior, ya que no tengo la posibilidad de modificación alguna, añado lo siguiente. Anuncio la próxima creación del BLOG "El EJE del garbanzo". Lo del garbanzo es una metáfora, que hago respecto a la visión de nuestro Planeta desde El Universo y lo del Eje hace referencia a su desplazamiento por el terremoto de Japón. Este blog tratará de "psiquiatría, medicina y DIOS". Todo ello desde mi posición de sufridor de estos servicios de psiquiatría, fundamentalmente, ya que no puedo ofrecer otra, debido a que no soy psiquiatra ni médico.

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  6. Y añadir, antes de que me conteste, que la psiquiatría es una especialidad de la medicina. Esto es la teoría, ya que la finalidad principal de la medicina es curar patologías, mientras que el fin último de la psiquiatría no sé cuál es, aunque lo intuyo. Le voy a poner un ejemplo es como si un Ingeniero se dedicase al sexaje de aves y aunque el proceso sea industrial, el trabajo que realiza es de sexador de pollos, en vez del de Ingeniero. Por este motivo separo la psiquiatría de la medicina.

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  7. Hola, contesto a los últimos comentarios. Agradezco su participación en el blog así como la molestia que se ha tomado escribiendo sus comentarios. Le diré que la psiquiatría es una especialidad de la medicina com cualquier otra con las mismas evidencias que cualquier otra y con las mismas limitaciones que cualquier otra. Afortunadamente nuestro conocimiento sobre la enfermedad mental y su tratamiento ha avanzado muchísimo en los últimos 20 años pero es evidente que nos queda muchísimo, como a cualquier otra especialidad de la medicina, por aprender y descubrir. No dude que, salvo alguna excepción como siempre ocurre, los psiquiatras nos mantenemos en permanente formación para que nuestros pacientes cuenten siempre con el tratamiento más eficaz y actualizado. Si no fuera esa su experiencia lo sentiría muchísimo pues no creo que pueda generalizarse. Un saludo y gracias de nuevo

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  8. Veo, con agrado, que ha contestado a mis comentarios publicados en la entrada. Por si no sabe quién soy, le diré que un antiguo paciente suyo, seguro que me recuerda, tiene datos para ello . Redacté el comentario, en el que se habla del SEXADOR DE POLLOS y el del nuevo BLOG "El EJE del Garbanzo". Solamente quería darle sinceramente las gracias por la amabilidad de contestarme, y antes de despedirme definitivamente de su mágico BLOG, lo de mágico, lo digo por la afirmación, sobre los aspectos invisibles de la medicina, APRECIACIÓN QUE COMPARTO TOTALMENTE, quiero dejarle una frase. Es de DON Santiago Ramón y Cajal "SE TIENEN MUCHAS IDEAS Y POCOS AMIGOS O MUCHOS AMIGOS Y POCAS IDEAS". ¿Cuál es su caso?. Bueno me despido de usted, deseándole sinceramente lo mejor de todo corazón, desde mi Constelación de Mons Mensae. Un Ingeniero especial y Espacial.

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    1. De quién eres paciente ahora..? Porque evidentemente eres el típico peregrino que se cree incomprendido de todos... Y no me extraña. Deberías dejar atrás la máscara de "Anónimo": Sería un nuevo primer paso...

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  9. Ah!, para finalizar, ya definitivamente, mi participación en su Blog. Y dado nuestro mutuo interés por la música, le dejo este enlace http://www.youtube.com/watch?v=4-0bEMlRBWE
    con una interpretación, al PIANO ,del tema de AMOR Angie(1973) de los Rolling Stones. Espero que le ayude a completar su contínua formación musical.
    SHALOM.

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  10. Sí, admito que tienes razón al decir que la asimetría es necesaria, tanto la del médico con el paciente como la del profesor con el alumno. Es más, creo que ambos decimos lo mismo, quizá tú le llamas perversión o humillación y yo le llamo inseguridad.

    En fin, un cordial saludo.

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  11. ¿ Secretos y Mentiras ? ¡ pero si fue una de las películas mejores que vi en mi vida! Sali del cine conmovido como muy pocas veces en mi vida .Entrando en tema es interesante lo que relatas, y la depresión de ese colega. Pienso que ocurre cuando alguien no puede separar su persona de su profesión . Yo soy un Medico jubilado hace ya muchos años. Confieso que no extrañe ni extraño a mis pacientes en absoluto. Eso si todos los días leo algo de Medicina, pero no me compraría un Paciente aunque lo regalasen

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